Exequias de la Hna. Martina Gutiérrez Antolín, religiosa de la Sda. Familia de Urgell

El martes 26 de noviembre en la Residencia de las Hermanas de la Sagrada Familia de Urgell de La Seu de Urgell tuvo lugar la misa exequial por la Hna. Martina Gutiérrez Antolín, del Instituto de Hermanas de la Sagrada Familia de Urgell, que había muerto el día anterior. La celebración fue presidida por el Arzobispo de Urgell Mons. Joan-Enric Vives y concelebrada por Mn. Ignasi Navarri, Vicario General y Rector y por Mn. Pau Bellido, Mn. Josep M. Solé y Mn. David Codina. En la Eucaristía estuvieron presentes la Consejera General del Instituto, Hna. Victoria Bertran; la Superiora de la Comunidad, Hna. M. Carmen Gros Pomar, las otras hermanas de la comunidad de La Seu y vecinos y fieles de La Seu d’Urgell.

Al iniciarse la celebración, la Hna. Victoria leyó una nota biográfica de la Hna. Martina y agradeció su generosa y humilde aportación al Instituto de Religiosas de la Sagrada Familia de Urgell. La Hna. Martina había nacido el 23 de enero de 1927 en Lagunilla de la Vega, Palencia, y tenía 92 años.

La Hna. Martina vivió cada destino con obediencia, alegría y espíritu de fe. Desde 1945 hasta 2019 estuvo en Barcelona-Avignon, Sevilla, Barcelona-Parque, Lleida, Tervuren-Bélgica, Barcelona-Avignon, Rubí y La Seu d’Urgell. Han sido 74 años ininterrumpidos de servicio.

En su homilía el Arzobispo destacó cómo toda entrega de una religiosa en los votos de la obediencia, pobreza y castidad, según el carisma de la Beata Ana María Janer, fundadora del Instituto, perdura hasta el final de la vida en este mundo y traspasa a la vida eterna, donde todos nos reencontraremos en Cristo Señor Resucitado que ha vencido a la muerte. El Arzobispo animó a vivir según Jesús quería, en el espíritu de las Bienaventuranzas, que la Hna. Martina intentó seguir toda la vida, viviendo y sirviendo a los demás especialmente en su servicio como cocinera durante muchos años. Amando y sirviendo siempre y en todo mantuvo su lámpara encendida y creemos que ahora puede contemplar al Señor en quien creyó y esperó.

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