Esta cantada inscribe dentro de los actos conmemorativos del Tricentenario de la muerte del fundador San Juan Bautista de La Salle (Reims, 1651- Saint-Yon, 1719- Francia). La Santa Sede ha declarado en 2019 Año Jubilar en honor del 300 aniversario de la muerte de San Juan Bautista de La Salle.
De entrada, hablar de 300 años es hablar de fidelidad. De un proyecto que ha perdurado en el tiempo, a lo largo de los avatares y vicisitudes y que se ha mantenido fiel a su espíritu, (la educación humana y cristiana de niños y jóvenes, especialmente de los pobres) gracias al esfuerzo de una comunidad entregada a dar consistencia y autenticidad a dicho proyecto y a renovarlo continuamente siempre en aras de la fidelidad que se convierte en creativa. Por que el proyecto y la fidelidad a él no es repetir, con literalidad a la letra del que diseñó el proyecto, sino «creación incesante en la fidelidad» que hace que el iniciado perdure en el tiempo, traspasando las fronteras del estrecho espacio de donde nació y se proyecte en el futuro dibujando nuevas posibilidades para tantos niños y jóvenes y comunidades humanas.
Se puede decir que celebramos 300 años de «sabor comunitario» de «sabor de fraternidad», que sostiene el proyecto lasaliano. Juan Bautista de La Salle creyó que sólo la escuela de su tiempo sería eficaz si era sostenida y animada por una comunidad de hombres consagrados, dedicados enteramente a ella. A lo largo del tiempo ha sido una comunidad de Hermanos (en un principio) la que ha dado vida y vigor al proyecto. Posteriormente, Hermanos y seglares, como comunidad lasaliana, han ido conformando el proyecto al ritmo de las necesidades de los tiempos.