En la solemnidad litúrgica del Corpus Christi, el Arzobispo glosó el valor del Misterio del Cuerpo y de la Sangre de Cristo poniendo de relieve cómo el sacrificio de Jesús en la Cruz y la entrega de su propio Cuerpo y Sangre en la Eucaristía es el más alto de todos los sacrificios y donaciones. Mons. Vives destacó el valor y la importancia del sacrificio de Jesús que se dio Él mismo de una forma total y absoluta muriendo en la Cruz para nuestra salvación. El Arzobispo destacó cómo deberíamos saber volver a valorar el sacrificio de las personas que se saben entregar y ofrecer a los demás tal y como lo hacen las personas generosas que entregan tiempo, órganos, sangre o que arriesgan su vida para salvar la vida a otros. Remarcó cómo los cristianos tenemos que volver a valorar la Eucaristía ya que se hace presente realmente en ella el Señor Jesús por medio del ministerio del presbítero que actúa «in persona Christi» haciendo memorial de las palabras del Señor: «Esto es mi Cuerpo«; «Esta es mi Sangre«. Exhortó a los jóvenes confirmandos a valorar siempre la Eucaristía dominical y ponerla en el centro de su vida como cristianos y a ser jóvenes de oración, que se dejan acompañar por la fuerza del Espíritu Santo que recibían aquel domingo en plenitud por sacramento de la Confirmación. Finalmente, los exhortó no avergonzarse nunca de Jesús porque Él nunca les dejará solos y siempre les acompañará en el camino de su vida.
Al final de la Eucaristía los jóvenes confirmados recibieron un Nuevo Testamento de manos del Sr. Arzobispo que les recordó cómo por aquel libro muchos cristianos todavía hoy son perseguidos en el mundo entero y cómo puede convertirse en un libro «peligroso» porque muchas personas han cambiado su vida y se han «sacrificado» más por los demás a partir de su lectura.
