Fiesta del Corpus en la Catedral y en el Obispado

El domingo día 3 de junio en todas las Parroquias del Obispado se celebró con solemnidad la fiesta tan tradicional del Corpus Christi, exaltación del amor a Jesús, hecho Eucaristía para la salvación del mundo, y manifestación de fe popular en su presencia real. En muchas parroquias tuvo lugar un Acto eucarístico o la Procesión por las calles de los pueblos, con el deseo de que el Señor visite con su presencia salvadora todos los rincones de la vida de cada día.

En la Catedral de Sta. Maria de La Seu d’Urgell, el Arzobispo Joan-Enric, acompañado del Capítulo Catedral, los sacerdotes de la ciudad y de los seminaristas, presidió en la tarde la solemne Eucaristía y la procesión por el Claustro de la Catedral de Santa María de Urgell, por la amenaza de lluvia, donde participaron un buen grupo de niños que este año habían recibido su primera comunión. Los cantos de la Eucaristía fueron solemnizados por los Pequeños Cantores del Principado de Andorra dirigidos por la Sra. Catherine Metayer.

En la homilía Mons. Vives mostró su alegría por la gran cantidad de fieles que llenaban la S.E. Catedral de Urgell y por la presèncai los niños que este año habían recibido la primera comunión en la Parroquia de St. Ot de La Seu de Urgell y los Pequeños Cantores del Principado de Andorra que con sus cantos ponían belleza a la celebración eucarística. El Arzobispo glosó el gran misterio que la litúrgica celebraba en aquel domingo: la presencia real del Señor Jesús bajo las especies eucarísticas del pan y del vino. Subrayó la importancia de la categoría de sacrificio que nuestra cultura tiene el peligro de perder, y en concreto del sacrificio de Jesús en la Cruz como expresión de la máxima donación de Él mismo por Amor al Padre ya los hombres. Un sacrificio que actualizamos y hacemos real en la celebración de la Eucaristía, cumbre y cumbre, de la vida cristiana ya que se actualiza el misterio de la pasión, muerte y resurrección del Señor cada vez que la celebramos. Por ello, el Arzobispo, animó a los fieles a amar mucho la Eucaristía, a saberla valorar, tratar al Señor sacramentado con reverencia y unción, recordando lo que San Juan de Ávila dijo a un sacerdote que no tenía suficiente unción con el Cuerpo de Cristo: «trátalo bien que es hijo de buena Madre». Remarcó la importancia de saber recuperar el valor de los pequeños sacrificios del día a día, es decir, saber dar cosas que nos pertenecen para los demás, y puso como ejemplo la generosidad de quienes son capaces de dar sangre, órganos, tiempo, y, sobre todo, la importancia de saberse dar un mismo por amor a los demás. En este sentido remarcó la donación que los padres de familia hacen por sus hijos, o la donación de la propia vida que los sacerdotes ofrecen por amor al Pueblo de Dios, o la donación de toda la vida que los consagrados hacen al aceptar la pobreza, la obediencia y la castidad, o los misioneros de ir a sembrar la Palabra todo el mundo. Si no somos capaces de hacer pequeños sacrificios en la vida por amor, difícilmente podremos entender el más grande de todos los sacrificios: la donación de Jesús por Amor a la Cruz y en la Eucaristía.

Mons. Vives, recordó como en aquella tarde pasearíamos el Cuerpo de Cristo a través de las calles de muchas ciudades y nosotros lo haríamos por el Claustro de la Catedral, para manifestarle que le amamos y para reafirmar nuestra propia fe, e invitó a todos los fieles a presentar ante el Señor de la Vida nuestros gozos, alegrías y dificultades.

Finalmente, el Arzobispo recordó cómo en ese día se celebraba el día de la Caridad porque la Eucaristía no puede ser real si no nos lleva al amor hacia los hermanos, especialmente los más necesitados, y animó a agradecer el trabajo que todos los voluntarios y los trabajadores y grupos parroquiales de Cáritas llevan a cabo de forma desinteresada. Cáritas es la voz de quienes no tienen voz, de los pobres o sin techo o con carencias y trabajo poco decente; y que nos recuerda que en nuestro mundo todavía hay muchas necesidades e injusticias que si creemos en Dios Amor debemos luchar por erradicar.

Al terminar la Eucaristía tuvo lugar la procesión con el Cuerpo de Cristo por la Catedral y el Claustro románico restaurado el año pasado de Santa María en un clima de respeto y devoción, mientras se cantaban cantos eucarísticos y los niños acompañaban el paso del Señor tirando flores y pétalos por el camino donde tenía que pasar. En medio del Claustro románico que lucía con su bella austeridad tuvo lugar una pequeña «statio» con la bendición desde allí con el Santísimo Sacramento hacia todos fieles de La Sede y de toda la Diócesis de Urgell y, muy especialmente, los enfermos y los que pueden pasar por momentos de dificultad.

Al final de la procesión del Arzobispo bendijo el Pueblo de Dios con el Santísimo Sacramento y quiso agradecer todos los que con su esfuerzo hicieron posible el acto eucarístico adornando con alfombras de flores el claustro de la Catedral. Posteriormente se quiso hacer una fotografía con los niños y niñas que habían participado en la Eucaristía y con el coro  de los Pequeños Cantores del Principado de Andorra que con su presencia solemnizaron la celebración.

En Sant Julià de Lòria, en la celebración del Corpus, también ha solemnizado la misa el Coro de los Pequeños Cantores:

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