Fiesta de la Virgen de Canòlich en Sant Julià de Lòria

La fiesta de la Virgen de Canòlich, Patrona de Sant Julià de Lòria, se llevó a cabo este sábado 26 de mayo con una nutrida asistencia de fieles y peregrinos que subieron como cada año a su Santuario, situado en las montañas del término de Sant Julià de Lòria (Principado de Andorra). En solitario o bien en grupos, cientos de feligreses, subieron por el camino o la carretera desde primera hora de la mañana, para llegar al Santuario y poner sus tristezas y gozos, las personas queridas, a los pies de la Virgen de Canòlich. A las ocho de la mañana, se hizo la tradicional suelta de cohetes al mismo tiempo que comenzaba la primera de las 3 misas que tuvieron lugar durante la Jornada.

La Eucaristía solemne del mediodía fue presidida por el Arzobispo de Urgell y Copríncipe Episcopal, Mons. Joan-Enric Vives, acompañado del Rector de St. Julia de Loria, Mn. Pepe Chisvert; el Rector de La Massana, Mn. Lluís Eduard Salinas; el sacerdote portugués, encargado de la atención a la comunidad portuguesa del Principado de Andorra P. Albano Fraga Teixeira; y Mn. David Codina. Asistieron las M.I. Autoridades del Principado de Andorra, encabezadas por el Jefe de Gobierno, M.I. Sr. Antoni Martí y los Hbles. Sres. Cónsules de la Parroquia de St. Julià de Lòria, Josep Miquel Vila Bastida y Julià Call Reig, así como el Ministro de Sanidad del Gobierno de Andorra y otros Consejeros de Común de St. Julià de Lòria y Consejeros generales.

En su homilía Mons. Vives destacó el valor de la tradición entendida como el conjunto de conocimientos, costumbres y creencias que se transmiten de generación en generación, por considerarse de alto valor para la propia cultura. El Arzobispo subrayó el valor de subir en grupo, año tras año, con esfuerzo, a peregrinar al Santuario de Canòlich, así como María se fue decididamente a la montaña a visitar su pariente Isabel, gozosa y llena de caridad. Destacó la importancia de la tradición que evoca la idea de transmitir a las nuevas generaciones algo del pasado que al presente es recibida como una herencia y que será transmitida a las generaciones que vendrán con responsabilidad. La persona o las personas que la reciben tienen también un papel activo, ya que no la rechazan sino que le dan un valor, la aceptan y se lo reconocen el carácter de «tradición». Es decir, que lo que se transmite es cultural y subjetivo. Por ello Mons. Vives animó a transmitir a las nuevas generaciones las raíces andorranas, especialmente la fe católica, que desde siglos ha empapado el Principado de Andorra. Para que sea tradición es necesario también que perdure. Una tradición, en este papel de herencia del pasado, consolida el vínculo comunitario o la identidad de un grupo de individuos a lo largo del tiempo. Por ello, una tradición no sólo se inscribe en una sociedad y cultura, en un grupo de población, sino también en un periodo de tiempo, una temporalidad, un devenir. En este sentido, el Arzobispo, subrayó cómo el Principado de Andorra, viene de una larga tradición, que ahora se quiere abrir los nuevos tiempos, pero que al mismo tiempo, debe tener siempre en cuenta su propia idiosincrasia ya que, a pesar de ser un país pequeño, es una gran nación. Mons. Vives animó a amar la propia tradición, que forma un conjunto inseparable donde la fe cristiana tiene un papel preponderante, a enseñar a las generaciones jóvenes para que la puedan asimilar, vivir y transformar. Finalmente, el Arzobispo puso bajo la protección de la Virgen de Canòlich, todo el Principado de Andorra y glosó las virtudes de María: la Madre de misericordia a quien debemos acudir todos los que estamos en peligro o tentados; Nuestra familia, a quien encomendó todas las familias del Principado y la vida, desde su concepción hasta su muerte natural; la Madre que estuvo al lado de Jesús en la cruz, a quien encomendó todos los que se unen a la cruz del Señor, especialmente los enfermos, los vulnerables, etc; la Madre reina del cielo a quien encomendó especialmente todos los difuntos.

En el ofertorio el Esbart Lauredià que este año celebra su 20 aniversario ofreció el Baile de Canòlich a la Virgen ataviados con sus trajes tradicionales.

Después de cantar todos los gozos a la Virgen de Canòlich tuvo lugar la bendición del término que Mons. Vives hizo con toda solemnidad dirigiéndose, conjuntamente con la feligresía y el pueblo fiel, hacia los 4 puntos cardinales.

A continuación se bendijeron y se repartieron entre los fieles los 6.550 panes de campo que el Común de Sant Julià ofrenda a los peregrinos.

Una comida de hermandad con las Autoridades y los presbíteros cerró el gozoso Encuentro de la Virgen de Canòlich.

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