
Agradecemos también a la persona del Santo Padre, que con sus palabras y su presencia nos ha confirmado en la fe y nos ha alentado en nuestro camino de cristianos. Nos sabemos portavoces de los miles y miles de fieles, que durante ese fin de semana han podido escuchar las enseñanzas del Sucesor de Pedro, rezar con él y seguirlo durante las horas que ha convivido con nosotros.
Al mismo tiempo, hacemos nuestra su oración, que formuló solemnemente durante aquella celebración: "Al contemplar admirado este recinto santo de asombrosa belleza, con tanta historia de fe, pido a Dios que en esta tierra catalana se multipliquen y consoliden nuevos testimonios de santidad, que presten al mundo el gran servicio que la Iglesia puede y debe prestar a la humanidad: ser icono de la belleza divina, llama ardiente de caridad, cauce para que el mundo crea en Aquél que Dios ha enviado (cf. Jn 6,29)". Y acogemos de corazón su llamada a "multiplicar los gestos concretos de solidaridad efectiva y constante, manifestando así que la caridad es el distintivo de nuestra condición cristiana".
Alentados por esta llamada, nosotros, Obispos de la Tarraconense, nos proponemos y proponemos a todo el pueblo cristiano que peregrina en Catalunya, una nueva primavera del espíritu, un nuevo impulso evangelizador al servicio de toda la sociedad y una generosa entrega a los más pequeños y necesitados: que cada uno en su entorno sea llama ardiente de fe y de caridad.
Tarragona, 14 de noviembre de 2010