Oremos por el Sínodo

Del 4 al 29 de octubre tendrán lugar en S. Pedro del Vaticano las sesiones del “Sínodo de la sinodalidad: comunión, participación y misión” y debemos unirnos con nuestra oración insistente y confiada. Como dice el Cardenal Secretario general, es necesario “contribuir con la oración personal y comunitaria para apoyar a quienes están llamados al ejercicio de la escucha y el discernimiento durante la reunión del Sínodo en Roma”. Cada sesión del Concilio Vaticano II (1962-1965) comenzaba con la oración “Adsumus Sancte Spiritus”, "Estamos ante ti, Espíritu Santo...", atribuida a S. Isidoro de Sevilla (560-636), que se ha utilizado históricamente en los Concilios, Sínodos y otras reuniones de la Iglesia durante cientos de años, y todavía la decimos en la CEE.

El Papa desea que la Iglesia viva cada vez más la sinodalidad, que tome conciencia de que es un pueblo en camino. Hacer Sínodo significa “caminar juntos, en la misma dirección. Y esto es lo que Dios espera de la Iglesia del tercer milenio”. Saber escuchar y abrir puertas. Escucharnos entre todos, en nuestra diversidad, y abrir puertas a quienes están fuera de la Iglesia. “No se trata de recoger opiniones ni hacer un parlamento. El Sínodo no es una encuesta; se trata de escuchar al protagonista, que es el Espíritu Santo, se trata de orar. Sin oración, no habrá Sínodo”.

La intención de oración del Papa para octubre nos pide orar “para que la Iglesia, fiel al Evangelio y valiente en su anuncio, viva cada vez más la sinodalidad y sea un lugar de solidaridad, de fraternidad y de acogida”. Al ser llamados a abrazar este camino sinodal 2021-2023, con esta oración invitamos al Espíritu Santo a actuar en nosotros, para que seamos una comunidad y un pueblo de gracia. La oración es el corazón de la vida eclesial. Para el Sínodo, los Obispos Estadounidenses acaban de proponer esta versión simplificada de la larga oración, de S. Isidoro, para que podamos rezarla más fácilmente en las comunidades o bien solos:
 

“Estamos ante ti, Espíritu Santo,
reunidos en tu nombre.
Tú que eres nuestro verdadero consejero: ven a nosotros,
apóyanos, entra en nuestros corazones.
Enséñanos el camino, muéstranos cómo alcanzar la meta.
Impide que perdamos el rumbo como personas débiles y pecadoras.
No permitas que la ignorancia nos lleve por falsos caminos.
Concédenos el don del discernimiento, para que no dejemos
que nuestras acciones se guíen por prejuicios y falsas consideraciones.
Condúcenos a la unidad en ti,
para que no nos desviemos del camino de la verdad y la justicia,
sino que en nuestro peregrinaje terrenal
nos esforcemos por alcanzar la vida eterna.
Esto te lo pedimos a ti, que obras en todo tiempo y lugar,
en comunión con el Padre y el Hijo, por los siglos de los siglos. Amén.

Siempre más lejos en servir y amar

Estas semanas de septiembre vienen marcadas entre nosotros por la reanudación de las programaciones y de las actividades más habituales del curso. Las vacaciones ya quedan lejos, nos han dado fuerzas para reanudar el camino, pero ahora se nos abre un tiempo por delante. Vivámoslo con la ilusión de servir y de amar. “En todo servir y amar”, aconsejaba S. Ignacio de Loyola, cuando se quiere acertar la entrega al Señor. No nos enfademos ni nos desanimemos. ¡Hay tanto que hacer para que el Reino de Dios llegue con fuerza! Hay tantas personas a las que podemos servir, que nos están esperando, que necesitan quien los ame... Y el amor todo lo puede, todo lo transforma, empezando por aquel que ama, y derramándose en quienes el amor hará mejores y les hará crecer. S. Juan de la Cruz aconsejaba: “Pon amor donde no haya amor, y sacarás amor”.

Hace ya un tiempo, como respuesta a la felicitación del santo para unos amigos que tienen tres hijos aún pequeños, recibía este email que me emocionó: “Te agradecemos mucho que hayas pensado en nosotros. Estos son unos días muy especiales para nuestra familia porque acabamos de aumentar en un miembro la tropa... Se trata de una acogida de estas “indefinidas”, de un niño que estaba en un centro de menores de la Generalitat por una situación familiar desastrosa 
(tanto, que es improbable que nunca vuelva a su casa, que de hecho no existe). El “personaje” tiene 2 años, se llama Juan, ¡y es un trueno! Espero que sabremos serenarlo e integrarlo en la familia. Para nuestros hijos es una buena experiencia de solidaridad (y de paciencia) y para nosotros no hace falta ni que te lo cuente... Yo, cuando ya no puedo más, me repito a menudo aquello de "quien acoge uno de estos pequeños, me acoge a Mí..." Es cierto que algunas de estas acogidas no acaban siendo exitosas, pero ¿no vale la pena intentarlo? Se trata de un niño que tiene todo el derecho a encontrar personas que lo acojan y amen. El amor se nutre de la confianza en Dios.

¿Y si todos hiciéramos algo más de lo que parece justo y equitativo que hacer? Hay gente generosa, que por Jesús hace cosas que parecen locuras. Gente arriesgada a causa del Evangelio. Existen, aunque se hable poco de ello. Son los santos "de la puerta de al lado", según expresión del Papa Francisco. El Reino de Dios se abre paso con fuerza y los valientes lo acogen. ¿Y yo no amaré un poco más, no me sacrificaré un poco más, no daré un poco más de mi tiempo a quienes me rodean, a la parroquia, al pueblo, a los demás, a una causa noble, a la multitud de cosas útiles que puedo hacer...? ¿Qué debe significar para mí amar cómo Jesucristo nos ama?

El Papa Francisco bendecía así a un grupo de jóvenes que iban a Lisboa este pasado julio: “La vida es ponerse en camino. Deseo que lleguéis con alegría a la JMJ de Lisboa. Mirad hacia dónde deseáis ir. Seguid un camino de vida orientado a compartir y no al aislamiento. Tomar ese rumbo y ponerse en camino. Los jóvenes tienen esta vocación de ponerse en camino. Seguid adelante, con valentía, mirando siempre hacia dónde se desea llegar. Con esta mística del viaje, que está siempre cerca de los demás y nunca solos”. Dios siempre está cerca de nosotros, y se nos ha avanzado con su amor. Amar es acoger ese amor que por el Espíritu Santo habita en nosotros, y hacerlo fructificar. Debemos ir más lejos, siempre mucho más lejos de lo que ya hemos caminado y amado. ¡Buen comienzo del curso!

Una Visita histórica

Nuestra Diócesis de Urgell y especialmente el Principado de Andorra acaba de verse altamente honrado al recibir, los pasados ​​días 7 y 8 de septiembre, la Visita oficial del Secretario de Estado del Santo Padre Francisco, el Emmo. Sr. Cardenal Pietro Parolin. Fueron días de gran fiesta, que han llenado de júbilo la Diócesis y nuestra Nación Andorrana, y que marcan un hito histórico que explicita las tradicionales buenas relaciones entre la Santa Sede y el Principado de Andorra. A lo largo de la historia, los Obispos de Urgell, en su alta función de Copríncipes -uno de los dos “defensores” del país, como canta el himno nacional del País de los Pirineos- han recibido el apoyo y el estímulo tan importante de la Santa Sede, antes y después de la Constitución democrática de 1993.

Los andorranos estamos de fiesta. Celebramos la solemnidad de Ntra. Sra. de Meritxell, nuestra Madre y Patrona desde hace 150 años, que vela amorosa por nuestros Valles. Será exactamente el próximo 24 de octubre, cuando se celebren propiamente los 150 años de su proclamación por los Síndics y el Consell General de los Valles en pleno, como Patrona y especial Protectora del Principado de Andorra que lo era ya desde tiempo inmemorial, pues "es venerada y tenida en muchísima devoción", queriendo "atraer las bendiciones del cielo por lo que respecta al porvenir", como decía el M.I. Sr. Síndic Nicolau Duedra en su proclama de 1873, ya que "ha dado repetidas gracias, siempre que ha sido invocada".

Para solemnizar este evento, hemos tenido el privilegio de gozar de la presencia del Cardenal Secretario de Estado del Papa Francisco, es decir, su más alto y estrecho colaborador en el gobierno de la Iglesia universal. La ocasión de los 150 años de la Declaración como Patrona de nuestro País lo ha hecho posible. Un nuevo regalo a Andorra de la Virgen, que honra a nuestro País y que agradecemos de corazón. La recientemente aprobada Constitución Apostólica sobre la Curia Romana y su servicio a la Iglesia en el mundo, “Praedicate Evangelium”, nos recuerda en sus artículos 44 al 52 la importancia de la misión de la Secretaría de Estado, como “secretaría papal, que ayuda de cerca al Romano Pontífice en el ejercicio de su suprema misión” (art. 44).

A lo largo de más de siete siglos de historia, el papel de la Iglesia ha sido clave para la pervivencia del singular sistema institucional que ha permitido a Andorra mantenerse como país independiente y neutral, de lengua y cultura catalanas, sin disponer de fuerza militar y con una organización interna compleja pero participativa muy eficaz. Todo el mundo acepta que ha sido fundamental el rol de la Iglesia en la evolución de esta realidad institucional para la Andorra contemporánea y constitucional. Dos años después de la aprobación de la Constitución, en 1995, la Santa Sede y el Principado de Andorra establecieron relaciones diplomáticas, y en 2008 se firmó el Acuerdo entre el Principado y la Santa Sede, que resulta un acuerdo primordial ya que acepta que el Obispo de Urgell sea el Copríncipe del Principado y define el estatuto de la Iglesia Católica en Andorra.

Agradecemos al Cardenal Parolin su primera visita a Urgell y Andorra, que nos ha dado a conocer a su persona y la alta misión que ejerce, cerca del Papa, con talante humilde, bondadoso y servicial. Nos ayuda a renovar y valorar las seculares relaciones del Pueblo Andorano con la Iglesia Universal.

«Ensancha tu tienda» (Is 54,2)

Así se titula el Documento de trabajo para la Etapa Continental del Sínodo que el próximo octubre llega a su reunión de los Obispos con el Papa y otros miembros e invitados. Anima a la apertura, a salir para evangelizar. El Papa Francisco insiste: “La Iglesia está en salida o no es Iglesia, y está llamada a ser siempre la casa abierta del Padre. De modo que, si alguien quiere seguir una moción del Espíritu y se acerca a ella, buscando a Dios, no se encontrará con la frialdad de unas puertas cerradas. Ya que "la naturaleza de la Iglesia, no es ser una fortaleza cerrada, sino "una tienda de campaña" capaz de ensancharse para recibir a todos: "es una Iglesia en salida, una Iglesia con las puertas siempre abiertas".

Al iniciar el curso pastoral y salir de nuevo a sembrar con esperanza, miremos el camino de fe realizado por “Abraham, nuestro padre en la fe”. Él ensanchó su tienda, su futuro, porque aceptó la llamada de Dios, a “dejar a su pueblo, su casa...y marcharse hacia el país que Dios le mostraría”. Y "avanzó de campamento en campamento, hasta el desierto del Neguev"; de etapa en etapa; sin verlo todo claro ni saberlo de antemano. ¡Hay que ir haciendo el camino de la vida, con la compañía y la amistad del Señor y la de los hermanos que nos pone a nuestro lado! Abraham se dirigió hacia donde Dios quisiera. Sin cálculos ni ideas previas. Esta figura debe ayudarnos mucho a todos, para ser servidores de las comunidades, en el inicio del curso. Confiar, dejar hacer al Señor, como dice el salmista: “Encomienda al Señor tu camino; confía en él y él actuará” (Sl 37.5).

Al salir a sembrar, nos conviene abandonar los prejuicios y miedos sobre las personas, o sobre las fuerzas que tenemos, o sobre las graves dificultades de nuestro tiempo y del ambiente hostil de increencia. Hay que salir de nosotros mismos, escuchar más, ir a donde vive la gente, salir de los ambientes demasiado confortables, dejarnos interpelar y renovar nuestro estilo pastoral en lo que convenga. Todo para anunciar con una nueva audacia el Evangelio. Dejemos que el Espíritu Santo nos sorprenda una vez más. Él moverá los corazones de quienes quizás nos parecen irreductibles y cerrados. No demos nada ni nadie nunca por perdido, por inútil, en orden a anunciarle el Evangelio. Como dice S. Pablo: “insiste a tiempo y a destiempo, arguye, reprocha, exhorta con toda magnanimidad y doctrina” (2Tm 4,2).

Seamos conscientes de que somos pobres y débiles, y que será necesaria siempre la ayuda de Dios. No se trata tanto de hacer como de dejar hacer, de confiar absolutamente en la gracia de Dios. Él nos liberará de la sed de éxito inmediato y visible, nos salvará de los miedos que paralizan, del orgullo que nos cierra, de las desavenencias y críticas que todo lo vuelven estéril. ¡Amémonos y amemos a todo el mundo! Seamos humildes y bondadosos. Busquemos lo que nos une, lo positivo en cada persona, su deseo de felicidad y de salvación, que sólo Jesucristo sacia. Los "signos de los tiempos" nos animan a dar un salto cualitativo en la dedicación evangelizadora en nuestra Diócesis. Después de la pandemia y pese a los cansancios, retomemos la vida pastoral con las reuniones, la oración comunitaria, la caridad y el encuentro fraterno. Muchos anhelan que les hablemos de Jesucristo, que valoran la Iglesia y la dedicación de los sacerdotes, y que esperan que les ofrezcamos un ambiente sano y humanizador para sus familias; que les reconozcamos como amigos y hermanos, que les abramos las puertas y la solidaridad real, con una acogida cordial, paciente y misericordiosa. ¡Así ensancharemos la Iglesia y seremos testigos de la Vida nueva del Resucitado!