Cuidados paliativos y despliegue de la ley de dependencia
No es fácil ni sencillo abordar el final de vida ni el sufrimiento humano. La Iglesia Católica, desde sus orígenes, ha cuidado a las personas en situaciones de especial fragilidad y vulnerabilidad, tanto en el ámbito sanitario como social. Con espíritu de compromiso de servicio a la sociedad, reclamamos la promoción de los cuidados paliativos y el desarrollo efectivo de la ley de dependencia, dando realmente cobertura a las necesidades de los enfermos y de sus familias. Ante las situaciones de sufrimiento y de final de la vida, es clave la atención integral, abordando el sufrimiento físico, psicológico, espiritual y social, y no prolongando la vida por todos los medios posibles. Será clave el acompañamiento con amor y compasión, como nos enseña Jesucristo en la parábola del Buen Samaritano (Lc 10,25-37).
En este contexto, es importante clarificar que no son eutanasia aquellas acciones, como la sedación, encaminadas a mitigar el dolor u otros síntomas ni tampoco lo son la retirada o no aplicación de tratamientos desproporcionados, inadecuados o fútiles. Ya el Papa Pío XII habló de ello acertadamente. En cambio, el objetivo de la eutanasia es acabar con la vida de la persona de forma directa e intencionada. Desde la convicción de que la vida es un don de Dios que hay que respetar, el compromiso de la Iglesia es el de ayudar a las personas a vivir más de acuerdo con su dignidad y favorecer su mayor bienestar, especialmente en situaciones de fuerte sufrimiento o de proximidad de la muerte.
Estas situaciones representan un desafío para enfermos y familias. Es deseable reflexionar sobre ello desde los propios valores y creencias, y dejar constancia por escrito en el "Documento de Voluntades Anticipadas", donde se puede especificar tanto el rechazo a la eutanasia como a las acciones destinadas a prolongar el proceso de muerte. En este sentido los Obispos de Cataluña sugerimos firmar el Documento de Voluntades Anticipadas elaborado por la Conferencia Episcopal Española y que, trataremos de difundir en las parroquias y comunidades con las debidas orientaciones. Seguramente los notarios y los agentes de pastoral de la salud nos ayudarán a hacerlo correctamente, y con todos los requisitos legales necesarios.
“Incurable no es nunca sinónimo de ‘in-cuidable’”. Quien sufre una enfermedad en fase terminal, así como quien nace con una predicción de supervivencia limitada, tiene derecho a ser acogido, cuidado y rodeado de afecto. La Iglesia es contraria al ensañamiento terapéutico, pero reitera que la eutanasia y el suicidio asistido son una derrota para la sociedad y atentan contra la dignidad de la persona humana (cf. Carta Samaritanus bonus, sobre el cuidado de las personas en las fases críticas y terminales de la vida de 22.9.2020).