Participar en el bien del país
Son muchos los que esperan que el Parlamento que entre todos será elegido y el Gobierno que emergerá puedan reencontrar el camino de una verdadera y respetuosa cooperación entre el gobierno del Estado y el de la Generalitat, para recomponer el entendimiento, asegurar el bien común de todos los ciudadanos y garantizar el respeto a las legítimas instituciones del autogobierno, sin humillaciones. Es urgente y necesario rehacer los puentes entre las personas, las familias, los agentes económicos y las diversas administraciones de forma que, sin que nadie tenga que renunciar a las propias convicciones, se evite el sufrimiento y el empobrecimiento del país, así como el deterioro de las relaciones institucionales e interpersonales. Es urgente buscar la paz y la justicia en Cataluña y todos los pueblos hermanos de España, ya que -siguiendo al Papa Francisco- podemos decir que la reconciliación sincera se concreta y se consolida con el esfuerzo de todos y permite construir un futuro mejor.
Ante las próximas elecciones, conviene estar especialmente atentos a la forma en que aquellos a quienes los ciudadanos den su voto intentarán resolver las cuestiones importantes: desde las políticas sociales y económicas respetuosas con la dignidad de las personas, con la libre iniciativa social y empresarial junto con la búsqueda del trabajo digno para todos, hasta el respeto por la vida, por la familia, por los derechos fundamentales de las personas y de los pueblos, y por la atención que es de justicia para con los colectivos más desfavorecidos.
El próximo día 21 hay que ejercer el derecho al voto con lucidez y ponderando con sentido crítico las propuestas y las promesas de los partidos y coaliciones, con interés por conocer la verdad de las personas y de los programas, con su real sentido político e ideológico. Los candidatos y los medios de comunicación tienen la obligación moral de facilitar a los votantes el conocimiento de la verdad de los programas y de los propósitos de quienes concurren a las elecciones. Seguramente que ninguna de las ofertas políticas no será plenamente conforme con el ideal evangélico, ni siquiera con el ideal racional de un orden social totalmente justo, pero conviene optar por el bien posible y tener muy en cuenta la caridad y la solidaridad. Todos deben contribuir con su voto al bien común, el bien de la sociedad con espíritu de verdad, de justicia, de solidaridad y de libertad. El amor y el servicio a la patria derivan de la caridad, es decir, del amor que viene de Dios y que urge a buscar el bien del prójimo -de todos y de cada uno-, incluso a costa de algunos posibles sacrificios personales (véase el Catecismo de la Iglesia Católica, nn. 2.239 y 2.240). El futuro del país también depende de nuestra participación y de nuestro compromiso.