Cristo ha resucitado. "Es eterna su misericordia"
sea nuestra alegría y nuestro gozo" (Salmo 117).
La Pascua es este "día en que actuó el Señor",
el día en el que "la piedra que desecharon los arquitectos,
es ahora la piedra angular".
Los días de Pascua y todo el tiempo de la cincuentena pascual
oramos y proclamamos, con el salmo 117,
que la misericordia del Padre es eterna,
que su amor es incondicional y salvador,
y que el pecado y el mal, han sido vencidos por la Cruz
ya que el Señor Jesús ha triunfado sobre la muerte,
y podemos estar seguros de que "es eterna su misericordia".
Cantemos nuestra inmensa alegría:
"Dad gracias al Señor, porque es bueno,
porque es eterna su misericordia".
Jesucristo ha resucitado y ha derramado
la inmensa e incondicional misericordia del Padre
en los corazones de todos, y en el mundo.
El perdón ha llegado a la tierra y con él la auténtica reconciliación.
Abrámonos al don del Espíritu Santo que nos regala
el Padre, por medio de Cristo Resucitado.
Ahora sí que podemos ser “misericordiosos como el Padre”,
podemos vivir en comunión con Él
y que todo lo que Él es y tiene sea nuestro.
Ahora sí que podemos amar como Jesús,
y dar la vida por amor a los hermanos,
ser uno con el Padre y su enviado, Jesús,
para que el mundo crea.
Ahora si que podemos realizar las obras de misericordia,
amando con obras y de verdad,
descubriendo en los necesitados al mismo Cristo,
poniendo amor donde no haya amor, venciendo el mal con el bien,
y manteniendo firme la esperanza en la vida eterna,
¡Cristo ha resucitado! ¡Todo renace y se llena de vida!
"Porque es eterna su misericordia"
¡Santa y gozosa Pascua a todos! Os bendice,
+Joan-Enric Vives, Arzobispo dUrgell