Cáritas: amar a los demás con hechos concretos

El próximo sábado Cáritas Diocesana en Balaguer celebra su Asamblea anual, en la que aprobará la Memoria de Cáritas del año 2015. Más allá de números y cuenta de resultados, da a conocer y difunde lo que Cáritas de Urgell va realizando en su dimensión diocesana así como desde las parroquias, y por parte de los sacerdotes, fieles e instituciones particulares que se vuelcan hacia las necesidades del próximo. Dentro del Año de la misericordia, Cáritas diocesana es el instrumento eclesial más importante que tenemos para la gran vivencia entre nosotros de las obras corporales y espirituales de misericordia.

Durante 2015 Cáritas ha invertido recursos por importe de 760.347 €, y en la acción social va el 81,56%, es decir 620.150 €. Se gasta sólo el 7,22% en administración y estructura. Se ayuda a unas 899 familias, con un apoyo económico directo de 204.214 €. En acogida se llega a 8.693 personas, y en trabajo e inserción laboral tenemos proyectos para 370 personas, de las cuales 230 son procedentes de fuera de Europa. Participan en Cáritas 336 voluntarios, distribuidos por el territorio de la Diócesis. Se ha ampliado la red de acción con un nuevo centro de actividades en Vielha, que se une a los de Puigcerdà, Balaguer y La Seu d'Urgell. Se ha inaugurado una empresa de inserción laboral, Nougrapats, creándose ya 10 puestos de trabajo, y poniendo en funcionamiento el reciclaje y venta de ropa, y el servicio de limpieza. Y se han realizado 2 campañas de emergencia: una para Nepal y la otra para los refugiados en Europa, recogiendo 45.400 euros. Y durante el 2016 estamos haciendo lo mismo para Ucrania y Ecuador.

Cáritas informa de sus actividades y sus números con humildad y con gozo, porque cree que conviene que el bien se conozca, el bien que no hace ruido pero que es activo durante todo el año por parte de muchas personas que trabajan por que las palabras "caridad" y "amor" sean creíbles hoy, en nuestro mundo. No es verdad que la maldad o el egoísmo triunfen. Hay mucho bien, y estamos convencidos de que el amor vencerá. En Cáritas lo detectan y nos lo ofrecen. Dios no cesa de hacer crecer el bien, porque "Dios es amor", como Cáritas anuncia siempre a la entrada de todos sus locales. La Iglesia -decía Benedicto XVI- no crece por proselitismo, crece por atracción, por testimonio. Y el Papa Francisco enseña que cuando la gente ve este testimonio de humildad, de docilidad, de mansedumbre de los cristianos y de muchas personas de buena voluntad, con caridad humilde, sin prepotencia, este testimonio hace crecer la Iglesia.

Debemos que agradecer lo que Cáritas hace a todos los directivos, trabajadores, voluntarios y colaboradores de Cáritas, porque es con ellos que la Iglesia de Urgell puede ayudar, y que aumentan las iniciativas de servicio a los necesitados. Ellos nos ayudan a ayudar. Y también podemos agradecer a todos los beneficiarios de Cáritas, que sean ellos el rostro concreto de Jesucristo, que buscamos y queremos, y que a través de ellos, se nos haga próximo al mismo Señor que queremos amar y servir. El camino cristiano de hecho es más sencillo de lo que a veces lo complicamos... Lo dice bellamente el apóstol S. Juan en su primera Carta: "No amemos de palabra y de boca, sino de verdad y con obras. En esto conoceremos que somos de la verdad, y nuestra conciencia se mantendrá en paz ante Dios" (1Jn 3,18-19).

El Corazón de Jesús máxima expresión humana del amor divino

El próximo viernes día 3 celebramos la solemnidad litúrgica del Sagrado Corazón de Jesús, que dentro del Año santo de la misericordia debe tener todavía una mayor trascendencia. Y todo el mes de junio está consagrado en la piedad popular a la devoción al Sagrado Corazón de Jesús. Será bueno mantenernos atentos en vivir la confianza en la misericordia del Señor: "¡Sagrado Corazón de Jesús, en Vos confío!". El "Corazón de Jesús" es la sede de la Misericordia del Padre que ha abierto los tesoros infinitos de su Amor y de su indulgencia al hombre. Y por eso es necesaria una actitud de conversión y de reparación, de crecer en el amor. El Papa Francisco ha querido que pusiéramos, en el Corazón de Jesús, a todos los sacerdotes con ocasión de los 160 años de la institución de esta fiesta litúrgica, en 1856, por el Papa Pío IX.

Fue Santa Margarita Mª Alacoque (1647-1690) una humilde monja de la Visitación del monasterio de Paray-le-Monial (Francia), la que recibió del mismo Jesucristo la revelación de los deseos que llenaban su Corazón, y le confió el darlos a conocer a todo el mundo. Fueron revelaciones y apariciones del Señor, para hacerle disfrutar de su amor por ella y por todos, y para hacerle entender cómo le dolía el pecado y que se alejasen de Él. Dios reaccionaba así ante unos tiempos en que reinaba el jansenismo, teoría espiritual rigorista, que veía el pecado por todas partes. Muchas pruebas y enfermedades la prepararon para que se convirtiera en mensajera del Amor redentor de Cristo, y para que enseñara que podemos vivir la devoción y el amor por Jesús, con las obras de misericordia. También enseñó la "hora santa" de adoración al Santísimo Sacramento, que contiene toda la vida y la obra de Cristo.

El Papa Francisco es un enamorado del Sagrado Corazón de Jesús. Él ha dicho que "la piedad popular valoriza mucho los símbolos, y el Corazón de Jesús es el símbolo por excelencia de la misericordia de Dios. No es un símbolo imaginario, es un símbolo real, que representa el centro, la fuente de la que ha brotado la salvación para toda la humanidad". Entre las diversas referencias de los textos evangélicos al Corazón de Jesús, el Papa subraya el relato de la muerte de Cristo, según san Juan (Jn 19,34; 1Jn 5,7-8): Muerto Jesús, un soldado le atravesó el costado con la lanza, y enseguida brotaron sangre y agua. Juan reconoció en aquel signo, aparentemente casual, el cumplimiento de las profecías: del Corazón de Jesús, Cordero inmolado sobre la Cruz, brotan el perdón y la vida. Él es la fuente de la misericordia divina por los pecadores, siempre podemos confiar y acudir a Él.

En este próximo día de la fiesta, el 3 de junio, promovamos momentos de oración o de adoración eucarística por todas las necesidades de la Iglesia y del mundo, pero especialmente roguemos por los sacerdotes, primeros dispensadores de la Misericordia divina. La misericordia de Jesús no es sólo un sentimiento: es una fuerza que da vida, ¡que resucita a la persona! El Evangelio habla de la compasión de Cristo por la viuda de Naín, que estaba a punto de enterrar a su único hijo cuando pasó Jesús (Lc 7,11-17). Esta "compasión" es el amor de Dios por los pecadores, es la misericordia, es decir la actitud de Dios en contacto con la miseria humana, con nuestra indigencia, nuestro sufrimiento, nuestra angustia. La misericordia de Dios da vida al hombre, lo resucita de la muerte. Él nos mira siempre con misericordia, y espera nuestro retorno. ¡No tengamos miedo de acercarnos a Él! ¡Tiene un corazón misericordioso! "¡Dios es pura misericordia!" proclama el Papa Francisco.

Lourdes, misericordia activa hacia los pobres

"La peregrinación es un signo peculiar en el Año Santo, porque es imagen del camino que cada persona realiza a lo largo de su existencia" (Papa Francisco). La semana que iniciamos, del 23 al 26 de mayo, tendrá lugar la peregrinación con enfermos a Lourdes de la Hospitalidad diocesana de Urgell. Seremos unos 500 peregrinos y unos 90 enfermos, en la peregrinación número 38, que busca la protección de María, Madre de misericordia, en aquel lugar donde Ella quiso mostrar su misericordia para la humanidad, y especialmente para todos los que sufren en el cuerpo y en el espíritu.

Es Año de Jubileo, y quienes visitaremos Lourdes este año pondremos mayor atención en la Puerta de la misericordia, en la confesión de los pecados retornando a Dios, en la comunión y adoración eucarística y en el dejarnos guiar por Sta. Bernardita, "con ella", y tras sus pasos, para vivir el Evangelio en medio de nuestras tareas cotidianas. Acogeremos el hecho de que la Virgen María escogiera a una pobre y humilde joven del Alto Pirineo, que sufría en carne propia las marginaciones sociales, económicas y culturales que provocaban la industrialización y las "cosas nuevas" del siglo XIX, a fin de darle a conocer, en su propia lengua occitana, "que soy era Immaculada Councepciou", y que quería atraer más y más hacia su Hijo a todos los que sufren.

Aquel mensaje de misericordia sigue vivo, y sigue atrayendo multitudes de peregrinos, con nuestras intenciones y con nuestros achaques y enfermedades. Y Lourdes sigue haciendo bien a todo aquel que se acerca con fe y devoción, porque nos impulsa a una "conversión de mirada" hacia los pobres y las causas de sus pobrezas. Debemos valorar mucho todo el esfuerzo y la entrega de quienes preparan las peregrinaciones, y los que viajan como enfermeras, brancadiers, ayudantes... Una multitud de voluntarios, que durante el año continúa también su labor de servicio y de acompañamiento, de vivencia de las obras de misericordia. La peregrinación a Lourdes es especialmente fecunda cuando uno se une a los enfermos, y se deja atraer por el misterio redentor del sufrimiento.

¡Son tantos los momentos intensos que se viven de oración y de proximidad a la Virgen María ya su Hijo, y son tantas las ocasiones para vivir el servicio, el amor, la amistad y la fiesta! En Lourdes recibimos la efusión del Espíritu que nos fortalece y que no deja de acompañarnos hacia "la verdad" revelada en Cristo. Verdad sobre uno mismo, verdad de la vida, de lo que tiene más valor, de lo único necesario... Y los enfermos, especialmente los niños, ¡nos ayudan tanto! ¡Cuántas cosas cambian, cuántos problemas parecen insignificantes, cuánta vida y cuánta gracia hay escondida entre los que sufren y que no dejan de acercarnos a Cristo Vivo entre nosotros! Esta lección es la que todos nos podemos llevar de Lourdes: ¡el valor único y eterno del amor! Dios es misericordioso, y especialmente en este Año jubilar, queremos ser "misericordiosos como el Padre" (Lc 6,36). Amar más. Ofrecer todo lo que somos, con María, para hacernos siervos humildes del Señor. Trabajar por el bien de todos nuestros hermanos que sufren, especialmente por los más olvidados. Creer más en el valor de la gracia de Dios y en el valor de las cosas gratuitas que nos podemos regalar unos a otros, especialmente oración, compañía, amistad, apoyo en las adversidades, espíritu de abnegación en el servicio y la ayuda a todos los que nos necesitan. Que este mensaje lo sepamos transmitir a nuestras parroquias y pueblos, y que se vaya contagiando a toda nuestra Iglesia diocesana.

¡Ven Espíritu Santo y renuévanos!

¡Os deseo a todos Santa Pascua de Pentecostés! 
¡Cristo realmente ha resucitado, aleluya, 
y nos envía el Espíritu Santo Defensor y Renovador! 

La mañana de Pentecostés, el fuego del Espíritu Santo 
descendió sobre los apóstoles y María, reunidos en el Cenáculo. 
Don inefable del Padre, 
que por Jesucristo, los unía como Iglesia 
y los enviaba al mundo, para que fueran sus testigos 
hasta los lugares más alejados de la tierra. 

También hoy el Padre nos envía el Espíritu Santo Defensor, 
que nos hará cristianos valientes y coherentes en la fe, 
testigos de la vida nueva del Resucitado, 
luchadores contra el pecado y la corrupción, 
y llenos de los dones del Espíritu, que todo lo vivifica. 

No nos cerremos a la acción suave y consoladora del Espíritu 
que nos llena con la misericordia de Dios, 
y cura nuestras heridas. ¡Nos renueva totalmente! 
¡Nada de egoísmo, legalismo rígido, hipocresía 
y olvido culpable de la acción de Dios, que tanto nos ama! 

El Espíritu nos ayudará a vivir la existencia como servicio, 
y a ser misericordiosos como el Padre es misericordioso. 
Sin Él, nada podemos. 
Sin Él, todo se nos marchita. 

El mundo nos necesita cargados de los frutos del Espíritu: 
amor, alegría, paz, paciencia, bondad, fidelidad, 
mansedumbre y dominio de nosotros mismos... 
Con la fuerza del Espíritu podremos difundir el Evangelio 
sembrar con perseverancia la reconciliación y la paz, 
ser fieles a la vocación recibida, 
edificar comunidades confesantes y testimoniales, 
y sobre todo amar como Jesús amaba, 
con obras y de verdad. 

¡Santa Pascua de Pentecostés a todos, 
granada de los dones del Espíritu Santo!