"Vive sencillamente para que otros, sencillamente, puedan vivir"

Es Corpus, el día en que glorificamos a Cristo, Pan de Vida. Alabemos al Señor, fuente del Amor, que nos manda "amaos los unos a los otros como yo os he amado" (Jn 15,12). Día de la Caridad dedicado a la ayuda a los hermanos. Ayudemos directamente a todos los que podamos, y ayudemos a través de Cáritas, sabiendo que Cáritas somos todos los cristianos. Hay nuevas necesidades y muy grandes, no se reduce el paro, la pobreza afecta mucho más a las mujeres que a los hombres, y sobre todo afecta a los jóvenes y a los niños, a los inmigrantes, y a las familias que se van endeudando peligrosamente. Hay que inventar nuevos recursos para paliar los efectos de la crisis tan dolorosa que nos toca vivir y hay que despertar los corazones de todos los cristianos y de todos los hombres y mujeres de buena voluntad, a fin de encontrar salidas en momentos de gran vulnerabilidad, por sus carencias y necesidades que parecen materiales, pero que derivan además en carencias psicológicas y espirituales. No está mal indignarse ante el mal, pero sobre todo lo que hace falta es actuar en la buena dirección de la solidaridad y el amor, en el camino de "vencer el mal con el bien".

El pasado 13 de mayo el Papa Benedicto XVI nos acaba de recordar que "los discípulos de Cristo estamos llamados a ser el motor de la sociedad en la promoción de la paz, a través de la práctica de la justicia". Debemos ser una Iglesia, "punto de referencia, desde el que todos puedan orientarse en el camino, pero sobre todo en la vida". Es necesario que el servicio de los cristianos en la sociedad se exprese a través de los fieles laicos iluminados por la fe, capaces de actuar dentro de la sociedad, con la voluntad de servir más allá del interés privado, más allá de puntos de vista parciales y particulares. El bien común es más importante que el bien de cada uno y los cristianos estamos también llamados a contribuir al nacimiento de una nueva ética pública. Todos, y en especial los jóvenes, estamos llamados a contraponer a la desconfianza por el compromiso político y social, la dedicación y el amor por la responsabilidad, movidos por la caridad evangélica, que requiere no encerrarse en uno mismo, sino hacerse cargo de los demás. Y el Papa invitaba a los jóvenes a pensar en grandes cosas: "Estad preparados para dar un nuevo sabor a la sociedad civil, con la sal de la honradez y el altruismo desinteresado". En el fondo, necesitamos afianzar la convicción de que debemos ser una Iglesia misericordiosa, acogedora y servicial, que con su testimonio haga presente el amor de Dios por cada persona, especialmente por los que más sufren y por todos los necesitados.

Hoy debemos dar gracias por todos los responsables, trabajadores y voluntarios de Cáritas Diocesana y de las Cáritas parroquiales por su impagable constante dedicación. Gracias a quienes aportan sus donativos, su apoyo y su inventiva. Gracias a todos los que nos ayudan a ser mejores, compartiendo entre todos lo que somos y tenemos, y especialmente nos exigen que vivamos con coherencia la fe cristiana que predicamos. La Campaña institucional de Cáritas recomienda: "Vive sencillamente para que otros, sencillamente, puedan vivir". Apela a nuestro compromiso personal y social, como miembros de una misma comunidad global, la familia humana, en orden a realizar un auténtico proceso de conversión personal y comunitaria que nos mueva a vivir de forma más solidaria. Muestra un estilo de vida nuevo, vivencia del "mandamiento nuevo", que nos hace tender hacia el ideal de amor y la solidaridad que proclama el mismo Cristo, que se quedó entre nosotros como alimento en la Eucaristía, y que nos envía a ser levadura que haga fermentar toda la masa del mundo.

"El que ama conoce a Dios... porque Dios es Amor" (1Jn 4,7)

La coincidencia del inicio del mes dedicado al Sagrado Corazón y el domingo de la Santísima Trinidad me llevan a animaros a entrar en el misterio de Dios, por el camino del mejor conocimiento, el del amor. El Misterio de Dios que Jesucristo nos ha revelado con su Misterio pascual, nos sale al encuentro como un misterio del Dios Único que es Trinidad Santa. Comunión de las tres personas divinas, en una Unidad perfecta. "Un solo Dios, un solo Señor, no una sola persona, sino tres en una sola naturaleza... (Por eso) adoramos a tres personas distintas, de única naturaleza e iguales en su dignidad" (Prefacio de la Santísima Trinidad). Estas verdades de la fe, las creemos con confianza humilde, a pesar de que son complejas y difíciles de explicar. Pero las vivimos plenamente, cuando amamos de verdad a Dios y al prójimo, ya que "quien ama conoce a Dios... porque Dios es Amor"(1Jn 4,7).

Dios es la fuente de todo amor. Es el Amor. En su interior late un misterio de Amor Personal. Durante todo este mes de junio, cuando oremos al Sagrado Corazón de Jesús, pidámosle que quiera revelarnos el Amor de Dios, tal como Él lo vive. Que nos perdone, que nos introduzca en el misterio de su amor crucificado, que nos enseñe a vivir la pobreza y sobre todo la confianza y el abandono en las manos del Padre, pero... pidamos que nos dé el coraje de anunciar el Amor de Dios a todos, el núcleo de la "nueva evangelización".

El beato Juan Pablo II enseñaba: «¡El hombre es amado por Dios! Este es el simplicísimo y sorprendente anuncio del que la Iglesia es deudora respecto del hombre. La palabra y la vida de cada cristiano pueden y deben hacer resonar este anuncio: Dios te ama, Cristo ha venido por ti, para ti Cristo es "el Camino, la Verdad, y la Vida" (Jn 14,6 ). Esta nueva evangelización está destinada a la formación de comunidades eclesiales maduras, en las cuales la fe consiga liberar y realizar todo su originario significado de adhesión a la persona de Cristo y a su Evangelio, de encuentro y de comunión sacramental con Él, de existencia vivida en la caridad y en el servicio» (Christifideles laici, de 1988, nº 34).

El núcleo más fundamental de lo que hemos de proclamar a los que viven sin fe, a quienes dudan, a los que no creen o se han alejado de Dios... es el amor misericordioso de Dios por cada uno de ellos, mostrar que Dios los ama. Mejor aún, es anunciar que Dios mismo es Amor, y que los que aman, lo conocen y ya están en el buen camino de su encuentro. Con palabras penetrantes y convincentes que se hagan verdad por las obras que las acompañen. Nunca quedarán decepcionados. ¡Y son tantos los que esperan encontrar consuelo, esperanza, alegría y sentido en sus vidas...! La fiesta de la Santísima Trinidad, y la oración al Sagrado Corazón de Jesús que vivimos durante el mes de junio, no son unas devociones más. Encontramos el acceso a lo más profundo de Dios mismo, y por eso hemos de fomentar y vivir el abandono confiado al Señor y la consagración de nuestras vidas a Cristo: "¡Sagrado Corazón de Jesús, en ti confío!"... Decirlo a menudo, con confianza, con espíritu de sacrificio reparador de las ofensas de amor y las ingratitudes que le hacemos...

El amor es eterno. Sta. Teresa del Niño Jesús aconseja: «¡Miremos únicamente el momento presente! ¡Un instante es un tesoro! Un solo acto de amor nos hará conocer mejor a Jesús..., nos acercará a él para toda la eternidad» (Carta 89).

"Cristo ya reina por medio de la Iglesia... y nos envía el Espíritu Santo" (y 7)

¡Ven Espíritu Santo, Alma de la Iglesia!
Derrama en el interior de toda la comunidad eclesial 
el gozo de la Resurrección y el amor sacrificado hasta la Cruz, 
para que la Iglesia haga presente el Reino de Cristo 
y pueda acoger en su interior todas las lenguas y todos los pueblos.

¡Ven, Espíritu Santo, Fuego divino!
Enciende el amor en los corazones de todos los discípulos de Cristo 
para que se consumen con el mismo amor del Padre y del Hijo; 
y para que contagiemos este fuego a todos los que anhelan encontrar 
sentido a la vida, justicia, luz y compasión.

¡Ven Espíritu Santo, Agua pura!
Purifícanos de todo pecado y de toda malicia 
salva al mundo de sus crisis y fracasos, 
y haz que limpios de toda maldad que enmascara, 
caminemos por senderos de conversión hacia la Verdad y el Amor.

¡Ven Espíritu Santo, Unción perfumada y penetrante!
Penetra como aceite de ternura y de piedad en los corazones de los fieles 
para que nuestra vida se llene de paz, 
seamos casa y escuela de comunión 
y nos esforcemos por mantener la unidad que viene de Dios.

¡Ven Espíritu Santo, Aliento suave y restaurador!
Enséñanos el gran valor de la oración y la contemplación. 
Haz brotar en los corazones el don de la alegría que se comunica. 
Renueva nuestras vidas y nuestra fe, 
y derrama en nosotros la gracia de la fortaleza en las pruebas.

¡Ven Espíritu Santo, Defensor nuestro!
Protégenos de todo mal y de todo pecado, 
mantennos unidos a Dios y firmes en la esperanza inquebrantable, 
y ayúdanos a dar un testimonio valiente de nuestra fe 
con la coherencia y las obras que deben acompañarla.

¡Santa fiesta de Pentecostés!
¡Santa Pascua granada de los frutos del Espíritu Santo!

"Cristo reina ya por medio de la Iglesia..." (6)

¡Santa Pascua de Resurrección! Celebrando la gloriosa Ascensión de Cristo en la alegría de la cincuentena pascual, seguimos admirando el misterio de la Iglesia enviada que, en la tierra, continúa la misión del Señor. Como los Apóstoles, también nosotros acogemos, disponibles, las luminosas palabras de Jesús: "Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación... Ellos se fueron a predicar por todas partes y el Señor cooperaba confirmando la palabra con las señales que los acompañaban" (Mc 16,15.20).

Tenemos que anunciar la Resurrección del Señor siendo Iglesia de los pobres. Con medios humildes y coherencia de vida, con un fiel seguimiento de Cristo pobre, humilde, obediente y servidor de los pobres. La Iglesia siempre será pobre, porque tiene que volver constantemente a la imitación de Jesús. Las riquezas la ahogan. Ella es hogar de los pobres y siempre quiere nacer entre los pobres, entendiéndolo como los que necesitan a Dios y todo lo consideran secundario, comparado con el amor de Dios. Servidora del Evangelio para los pobres y defensora de su causa. Promotora de la justicia y la solidaridad en todos los campos de la vida humana. Siempre en proceso de conversión radical al amor de Cristo.

Estamos llamados a ser la Iglesia del diálogo y el discernimiento. Diálogo entre los cristianos mismos, ecumenismo. Y diálogo con el mundo, con sus cuestiones más acuciantes. Para acoger, purificar y transcender lo que hay de bueno en la creación y la historia humana. Sin cristiandades ni guetos, sino siendo sal y semilla. Sin falsos complejos y fáciles optimismos. Los discípulos de Cristo debemos dialogar, escuchar el grito de los que sufren, y ser ante todo Iglesia misericordiosa, que cura y hace llegar a todos el consuelo del Señor.

De la Pascua nace una Iglesia misionera en una sociedad fuertemente secularizada. "La secularización acaba por ser un proceso de falsificación del hombre, a través del cual las personas o instituciones van eliminando la transcendencia, reduciendo lo real a la pura temporalidad y acomodándose a una situación mundana" (Fernando Sebastián). Por ello es necesaria una "nueva evangelización" que ayude a eliminar los complejos, aporte la alegría de ser cristiano y la belleza de la fe católica, superando las tentaciones del elitismo o de la impaciencia pastoral, y ofreciendo nuestra fe a los que no creen, como una gran promesa de vida y de felicidad, y no sólo como unas normas morales a cumplir.
El laicismo emergente no debería conducirnos a una respuesta visceral por parte de los cristianos, sino a una actitud serena y al mismo tiempo firme. Sin caer en la lógica de la acción-reacción, tan azuzada por los medios de comunicación. Es necesario que demos un testimonio humilde y a la vez público y valiente de lo que se sabe y se cree en la interioridad más íntima. Y defender la presencia pública de las creencias religiosas. Lejos de convertirnos en un grupo de poder y de influencia mediática y social, las comunidades y sobre todo las asociaciones de seglares cristianos, han de ser testigos visibles de Cristo en el mundo. No debemos perder de vista que lo que nos da credibilidad es la coherencia cristiana y no el número o el poder. Hemos de desear una presencia de servicio, tolerante y dialogante, pero firme y decidida, crítica con lo que nos quieran imponer y sobre todo denunciadora de todo tipo de manipulación. El Espíritu Santo nos ayudará, y tenemos la promesa de Jesús: "Yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos" (Mt 28,20).