Jesús es "el que es, el que era, y el que viene", dice el Apocalipsis (Ap 1,8). Y también este año de 2012 "del nacimiento del Señor", Él viene a nosotros, y somos invitados a abrirle la puerta, para poder vivir una comunión única y feliz con Dios mismo: "Mira que estoy a la puerta y llamo. Si alguien me escucha y abre la puerta, entraré en su casa y cenaré con él, y él conmigo" (Ap 3,14). La fe es la puerta a la comunión con Dios mismo y por eso, es nuestro tesoro y nuestra paz. Ya que estamos en el año de la fe, conviene sacudir nuestra pereza, quitarnos los desánimos o las debilidades de encima, y pedir un corazón convertido, un corazón abierto al prójimo. Se trata de reavivar nuestra fe en el Dios que Jesucristo viene a revelarnos.
Me permito recomendaros el libro sobre "La infancia de Jesús" de Joseph Ratzinger-Benedicto XVI, que acaba de salir, y que es el tercer volumen de su obra sobre Jesucristo, que completa los dos anteriores: "Jesús de Nazaret. Del Bautismo a la Trasfiguración" (2007), y "Jesús de Nazaret. Desde la entrada de Jerusalén a la Resurrección" (2011). En este volumen aborda la temática que este Adviento y esta Navidad contemplamos y celebramos en la fe de la Iglesia. Reflexiona el Papa sobre el origen de Jesús en cuánto interrogante sobre su ser y su misión, la temática de la anunciación a María y la concepción virginal de Jesús como realidad historia y no un mito, el marco histórico y teológico de la narración del Nacimiento de Jesús, la presentación de Jesús en el templo, los Magos de Oriente, y finalmente el relato de Jesús en el templo a sus doce años. A lo largo del libro, el Papa se complace en hacernos captar que la fe en Jesús es razonable, y que los textos de la infancia nos acercan a la verdad histórica y a su misterio único y grande. Hacia el final del libro dice el Papa: "Las palabras de Jesús son siempre mayores que nuestra razón. Superan continuamente nuestra inteligencia. Es comprensible la tentación de reducirlas, de manipularlas, para ajustarlas a nuestra medida. Un aspecto de la exégesis es precisamente la humildad de respetar esa grandeza, que a menudo nos supera con sus exigencias, y de no reducir las palabras de Jesús preguntándonos sobre lo que "es capaz de hacer". Él piensa que puede hacer grandes cosas. Creer es someterse a esa grandeza y crecer paso a paso hacia ella" (pág. 130). ¡Que la Navidad reavive nuestra fe!