San Juan de Ávila, maestro de oración y apóstol de la caridad

San Juan de Ávila, nacido en Almodóvar del Campo (Ciudad Real) en 1500 y muerto en Montilla (Córdoba) el 10 de mayo de 1569, fue un gran sacerdote y escritor, que el día 7 de octubre el Santo Padre Benedicto XVI declarará Doctor de la Iglesia, junto con Santa Hildegarda de Bingen (Alemania, 1.098-1179), abadesa benedictina, escritora, mística y gran compositora. Coincidirá con el inicio de los trabajos del Sínodo de los Obispos, dedicado a "la nueva evangelización para la transmisión de la fe cristiana".

San Juan de Ávila fue un excelente predicador y escritor ascético. Su obra más famosa es un comentario al salmo Audi filia (1556), escribió cartas ascéticas dirigidas a todo tipo de personas humildes y elevadas, religiosas y profanas, pero también a San Ignacio de Loyola, San Juan de Dios, y sobre todo monjas y devotas, y ya se anuncia el estilo incomparable de Fray Luis de Granada.

También compuso un libro sobre el Santísimo Sacramento y otro Del conocimiento de sí mismo, entre otros. Se han perdido casi todos los famosos Sermones, porque seguramente no quiso guardarlos ni escribirlos. Se le suele llamar "reformador", si bien sus escritos de reforma consistieron inicialmente en Memoriales para el Concilio de Trento. Su doctrina sobre el sacerdocio quedó esquematizada en un Tratado, del que se conoce sólo una parte. Existe un gran acuerdo en que fue él el autor del famoso soneto anónimo a Cristo Crucificado, "No me mueve, mi Dios, para quererte / (y que termina) Muéveme, en fin, tú amor, y en tal manera / que Aunque no hubiera cielo, yo te amara, / y Aunque no hubiera infierno, te temiera. / No me tienes que dar porque te quiero, / pues aunque lo que espero no esperara, / lo mismo que te quiero te quisiera." que es una joya de la mística, y una de las 100 mejores poesías en castellano, según Menéndez Pelayo. El argumento más sólido lo constituye que el precedente de la idea central del soneto (amor de Dios, por Dios mismo) se encuentra en bastantes textos del santo. Es él quien escribe: "Quién dice que os ama y guarda los diez mandamientos de su ley solamente o más principalmente porque le dais la gloria, es necesario que se vaya despidiendo". Y dice también: "Aunque no hubiera infierno que amenazase, ni paraíso que invitara, ni mandamiento que constriñera, sólo por el amor de Dios obraría el justo lo que obra".

Fue un sacerdote pobre, al servicio de los pobres. Y promovió muchas instituciones de caridad: hospitales, colegios y cofradías de servicio a los necesitados. Él decía que la santidad es la perfección de la caridad: «La santidad verdadera no consiste en sentimientos, sino en el cumplimiento de la voluntad del Señor... mostrando mayor caridad, en lo que consiste la perfección de la vida cristiana». Aplicaba el evangelio a la vida concreta, con su estilo de vida y con su dedicación a los pobres. Su espiritualidad está marcada por el celo ardiente por las almas, expresión de su caridad pastoral en la que se entrega con "corazón de madre".

Que el Papa proclame "doctores" a unos santos, significa que sus obras y toda su vida están llenas de altas y buenas enseñanzas para todos los cristianos. Todos podemos aprender. Quizás nos podrían parecer lejanos a nuestro tiempo, pero los santos doctores son siempre contemporáneos nuestros, y podemos aprender de su entrega de fe en Jesucristo, que estimula nuestro propio seguimiento fiel y generoso de la llamada recibida por cada uno desde el bautismo.