"El que ama conoce a Dios... porque Dios es Amor" (1Jn 4,7)

La coincidencia del inicio del mes dedicado al Sagrado Corazón y el domingo de la Santísima Trinidad me llevan a animaros a entrar en el misterio de Dios, por el camino del mejor conocimiento, el del amor. El Misterio de Dios que Jesucristo nos ha revelado con su Misterio pascual, nos sale al encuentro como un misterio del Dios Único que es Trinidad Santa. Comunión de las tres personas divinas, en una Unidad perfecta. "Un solo Dios, un solo Señor, no una sola persona, sino tres en una sola naturaleza... (Por eso) adoramos a tres personas distintas, de única naturaleza e iguales en su dignidad" (Prefacio de la Santísima Trinidad). Estas verdades de la fe, las creemos con confianza humilde, a pesar de que son complejas y difíciles de explicar. Pero las vivimos plenamente, cuando amamos de verdad a Dios y al prójimo, ya que "quien ama conoce a Dios... porque Dios es Amor"(1Jn 4,7).

Dios es la fuente de todo amor. Es el Amor. En su interior late un misterio de Amor Personal. Durante todo este mes de junio, cuando oremos al Sagrado Corazón de Jesús, pidámosle que quiera revelarnos el Amor de Dios, tal como Él lo vive. Que nos perdone, que nos introduzca en el misterio de su amor crucificado, que nos enseñe a vivir la pobreza y sobre todo la confianza y el abandono en las manos del Padre, pero... pidamos que nos dé el coraje de anunciar el Amor de Dios a todos, el núcleo de la "nueva evangelización".

El beato Juan Pablo II enseñaba: «¡El hombre es amado por Dios! Este es el simplicísimo y sorprendente anuncio del que la Iglesia es deudora respecto del hombre. La palabra y la vida de cada cristiano pueden y deben hacer resonar este anuncio: Dios te ama, Cristo ha venido por ti, para ti Cristo es "el Camino, la Verdad, y la Vida" (Jn 14,6 ). Esta nueva evangelización está destinada a la formación de comunidades eclesiales maduras, en las cuales la fe consiga liberar y realizar todo su originario significado de adhesión a la persona de Cristo y a su Evangelio, de encuentro y de comunión sacramental con Él, de existencia vivida en la caridad y en el servicio» (Christifideles laici, de 1988, nº 34).

El núcleo más fundamental de lo que hemos de proclamar a los que viven sin fe, a quienes dudan, a los que no creen o se han alejado de Dios... es el amor misericordioso de Dios por cada uno de ellos, mostrar que Dios los ama. Mejor aún, es anunciar que Dios mismo es Amor, y que los que aman, lo conocen y ya están en el buen camino de su encuentro. Con palabras penetrantes y convincentes que se hagan verdad por las obras que las acompañen. Nunca quedarán decepcionados. ¡Y son tantos los que esperan encontrar consuelo, esperanza, alegría y sentido en sus vidas...! La fiesta de la Santísima Trinidad, y la oración al Sagrado Corazón de Jesús que vivimos durante el mes de junio, no son unas devociones más. Encontramos el acceso a lo más profundo de Dios mismo, y por eso hemos de fomentar y vivir el abandono confiado al Señor y la consagración de nuestras vidas a Cristo: "¡Sagrado Corazón de Jesús, en ti confío!"... Decirlo a menudo, con confianza, con espíritu de sacrificio reparador de las ofensas de amor y las ingratitudes que le hacemos...

El amor es eterno. Sta. Teresa del Niño Jesús aconseja: «¡Miremos únicamente el momento presente! ¡Un instante es un tesoro! Un solo acto de amor nos hará conocer mejor a Jesús..., nos acercará a él para toda la eternidad» (Carta 89).