Desde el día de San José hasta hoy, Fiesta de la Encarnación del Señor, las diócesis de Cataluña estamos celebrando la Semana de la familia y la Vida. Son unos días especiales de mayor oración y sensibilización hacia estas realidades tan fundamentales para la vida de la sociedad y de la misma Iglesia, porque Dios mismo ama la vida, ya que el Señor "no es Dios de muertos, sino de vivos: porque para Él todos están vivos" (Lc 20,38).
El lema escogido por las Delegaciones de Familia y Vida de las Diócesis con sede en Cataluña ha sido significativo: "A más familia, menos crisis". Muchos reconocen que la crisis que estamos atravesando tiene raíces profundas. No es un simple problema económico o de gestión política. Es una crisis ética, de valores, de sentido de la vida.
La familia es un ámbito humanizador de primer orden. En la familia la persona es recibida con amor, aprende a amar y es preparada para vivir una vida con sentido. Ayudando a construir personas, contribuimos a mejorar el mundo. Por otra parte, los informes de realidades tan prestigiosas como Cáritas nos hacen ver cómo la institución familiar se ha convertido en un sustento imprescindible para que tantas personas no se hundan en la miseria. Siempre, pero hoy más que nunca, necesitamos familias fuertes y unidas, familias que se amen, que se perdonen y se apoyen en las dificultades. Familias donde los abuelos se sientan queridos, y donde los pequeños no se angustien por si sus padres se divorciarán, familias que se sacrifiquen los unos por los otros, donde haya amor y fidelidad, y donde se transmitan con normalidad los grandes valores de la existencia y de la fe... Apostar por la familia es apostar por el futuro y la Iglesia lo hace decididamente.