Próxima ya la Navidad, fiesta de la Encarnación de Dios en medio de nosotros, y fiesta del valor único y sagrado de toda vida, de toda persona humana, esta Campaña de Cáritas Cataluña nos provoca proféticamente. Porque "una sociedad con valores es una sociedad con futuro" -según el lema que Cáritas propone desde hace ya tres años-, y uno de estos valores esenciales es la fraternidad que nos lleva a compartir los bienes y los corazones, como en una familia que en tiempos de dificultades se une y se ayuda. Y nuestra familia no tiene fronteras, ni excluye a nadie. Como recomienda San Pablo, "no nos cansemos de hacer el bien, porque la cosecha llegará a su tiempo si no desfallecemos. Por tanto, mientras estamos a tiempo, hagamos el bien a todos, pero especialmente a nuestros hermanos en la fe" (Ga 6,9-10).
Cáritas invita a "desarrollar el espíritu de servicio y el sentido de comunidad como lugar privilegiado de encuentro, interiorización y comunicación con los demás". Y nos llama a "construir una sociedad fraterna e integradora, donde podamos acoger y valorar a los demás, y donde las personas excluidas puedan recuperar la dignidad de ser persona". El Santo Padre Benedicto XVI nos dice: "La sociedad cada vez más globalizada nos hace más cercanos, pero no más hermanos (...) Lo que está en juego es la necesidad de alcanzar una auténtica fraternidad (...) con el fin de hacer cambiar los procesos económicos y sociales actuales hacia metas plenamente humanas" (Caritas in veritate, 19-20). ¡Tengamos en cuenta estas palabras! Dejemos que nuestros corazones, durante estos días y todo el año que pronto iniciaremos, se dilaten por la gracia divina que nos conducirá a tomar compromisos solidarios con los hermanos. "Ve donde el corazón te lleve" propone la gran novelista italiana Susanna Tamaro, y conviene que las razones del corazón dicten la medida de nuestra generosidad. No lo olvidemos: "el corazón tiene unas razones que la razón no entiende" (Blaise Pascal) y esto vale para la fe, para los compromisos, para la generosidad con los que nos rodean, especialmente con quienes más necesitan una ayuda y una sonrisa limpia y desinteresada.
¡Feliz Navidad ya próxima! ¡No nos olvidemos de los pobres, ni del pesebre, ni de la oración, ni de la Eucaristía de Navidad! Con mi bendición para todas vuestras familias.