Hablando del drama del aborto, el Papa Juan Pablo II, consideraba urgente promover una verdadera "movilización de las conciencias" ante el holocausto silencioso de millones de vidas humanas eliminadas en el seno de su madre. No cabe duda que la movilización de las conciencias ha sido un factor decisivo para remover grandes lacras de la historia de la humanidad. Pensemos, por ejemplo, en la esclavitud, la marginación de la mujer, el trabajo de los niños... Al inicio fue una minoría, pocas voces que, yendo contracorriente, abrieron una brecha en una situación generalizada de aceptación del mal. Poco a poco, la verdad se fue abriendo camino y se llegó a la abolición de unas leyes injustas o a la supresión de una situación flagrante que quizás antes muchos o todos aceptaban. Hoy nos escandalizan aquellos hechos tan inhumanos. Probablemente de aquí a unos años será incomprensible lo que hoy está ocurriendo con el aborto.
En España estamos llegando ya a la cifra de cien mil abortos cada año y, si va adelante la propuesta de nueva legislación, iremos a muchos más. Ante esta situación, la Iglesia no puede dejar de alzar su voz a favor de los mas desvalidos, frágiles y pobres, entre los cuales debemos contar, sin duda, a los que se les barra el paso a la vida. ¿Qué progreso se puede construir sobre una injusticia tan grande?
La vida humana, es obvio, tiene un inicio, un punto de partida. Con la fecundación comienza un proceso que, si no se interrumpe, dará lugar al nacimiento de una persona, de un nuevo miembro de la comunidad humana. Es engañoso y arbitrario poner un momento puntual en esta evolución para identificar al ser personal. ¿Quién puede fundamentar razonablemente la afirmación según la cual un feto no puede ser considerado persona antes de determinadas semanas, y sí que lo es, pasado un solo segundo después de este margen? Desde el primer momento se trata de vida humana, de la generación de un ser personal. Podemos decir que somos personas y que cada vez nos hacemos más personas. La doctrina de la Iglesia en esta materia es profundamente sensata, enraizada en la fe y en la razón más elementales. Por esto debemos hablar alto y claro, y confiar en la capacidad de las conciencias para acoger y responder a la verdad. Y a ser más valientes en la defensa de la vida.
Con esta finalidad tendrá lugar el próximo día 17 de octubre una importante manifestación por la vida, la mujer y la maternidad, con el lema "cada vida importa". Quizá muchos pensarán que es un clamor en el desierto, pero no hay que olvidar que la venida del Hijo de Dios al mundo fue precedida por un clamor en el desierto de alguien que preparaba los caminos del Señor. ¡Unámonos desde Urgell a este clamor en favor de la vida, sea participando, sea apoyando la campaña con nuestra oración personal y comunitaria desde nuestras parroquias!
No podemos tener dudas, la defensa de la vida es una de las prioridades pastorales que requieren los actuales signos de los tiempos. Nos lo recordaba Juan Pablo II cuando, en "Ecclesia in Europa", nos urgía a anunciar el Evangelio de la vida. Benedicto XVI nos lo continúa recordando en medio de un "invierno demográfico" en Europa y de una expansión de la gélida cultura de la muerte en tantos lugares de la tierra.